¿Y el mes de marzo? La respuesta más objetiva es que “nadie sabe nada”. Las catástrofes naturales o humanas suelen tener varios elementos inesperados que “casualmente” coinciden en un mismo momento y lugar y las convierten en bestiales e imparables. vampiros de tu tiempo, ladrones de tu vida. En este caso ocurrió en España y en el Mundo, en febrero 2020 aproximadamente.

El shock enorme que produce encontrarte de sopetón con una pandemia inesperada, frenando en seco tu inercia, provoca muchas y diferentes reacciones personales.
Los psicólogos hablan de cinco fases ante una catástrofe, como peldaños inevitables de una escalera que la mayoría debe subir para poder superarla:

  1. La fase de negación (esto no está ocurriendo y menos a mí).
  2. La de rabia (La culpa la tiene ellos, por qué no lo han impedido?).
  3. De negociación con uno mismo (si hago esto seguro que la cosa cambiará y ocurrirá aquello mejor).
  4. La fase depresiva (ya no lo puedo soportar más, mi vida no tiene sentido, nadie me ayuda).
  5. La aceptación (qué le vamos a hacer, esto es lo que hay, además puedo aprovechar este tiempo para hacer otras cosas).

Cada uno estará en el peldaño que le corresponda según sus circunstancias personales y según las consecuencias directas que haya sufrido por la catástrofe, y estará anclado más tiempo en una descansillo que en otro.

Yo creo que esto lo percibimos todos de forma clara. No es lo mismo pasar el confinamiento en un entorno amigable A (vivir con una persona con la que compartes y te cuida, en una casa amplia con un espacio para respirar aire sano, además con jardín, patio o terraza), que vivir en un entorno hostil o asfixiante B (piso pequeño solo o sola sin espacio para airearte sin terraza ni balcón incrementado por la ruptura de rutinas sociales que te conectaban con el mundo). No es lo mismo. Tampoco es lo mismo que la catástrofe te haya tocado de forma cercana, con la enfermedad o muerte de alguien querido, o que no te hayas enterado exactamente de los daños que produce en los afectados ni siquiera de si ha habido afectados. Tampoco es lo mismo.

Pero dado el tiempo que llevamos inmersos en esta avalancha de hechos, información y confinamiento, los efectos ya son desagradables en todos nosotros.

¿Cómo están pasando esta catástrofe los mayores?

Y entre este “nosotros” se encuentra un colectivo que nos debe preocupar especialmente, LOS MAYORES. ¿Cómo están pasando esta catástrofe? ¿Ya han transitado por todas las fases, o se han quedado enganchados en alguna de ellas como en el día de la marmota? ¿Las medidas del gobierno les han tenido especialmente en cuenta? ¿Reciben las explicaciones de las nuevas normas adaptadas a su momento vital?

Pasando como podamos por el asunto de las Residencias que realmente les ha cogido sin ninguna preparación para una epidemia de estas características y con resultados trágicos, consideremos a la persona mayor confinada en su domicilio, A o B, analizando los matices.

Imaginemos una persona de 88 años, por ejemplo. ¿Qué significa temporal y anímicamente 2 meses en su horizonte de vida? Él o ella, suponiendo que estuvieran bien dentro de los achaques propios, tendrían sus objetivos y rutinas. Ambas cosas se han quebrado y han tenido que cubrir todas las fases de la catástrofe poniendo el foco en otro lugar y rehaciendo sus rutinas. ¿suena fácil? Creo que para ellos es, en especial, desequilibrante, sin mencionar la sensación de «soledad» que sienten como verdadero enemigo. Veremos cómo se recuperan a la ”nueva normalidad” si es que eso llega o algo similar. Me parece que es nuestra obligación ayudarles en ese aterrizaje. Dos meses en situación de “Stand by” es mucho para todos pero sobre todo para nuestros mayores. Lo que se van a encontrar no va a ser lo mismo y los cambios bruscos en esta etapa de la vida no son bien digeridos.

La ‘nueva normalidad’

Esta situación nos ha hecho reflexionar sobre nuestros proyectos, nuestros hábitos, nuestro modo de vida en general. Nos hemos percatado, sorprendidos, que el planeta nos lo ha agradecido. Curiosa situación que tenga que llegar un elemento invisible peligroso para la humanidad, para sanar el planeta tierra. Piensas que nunca te va a pasar nada que paralice tu caminar hacia tu objetivo hasta que frenan en seco tu caminar y destruyen tu objetivo. Entonces que tenemos? ¿Qué nos queda? ¿Qué ha pasado con todo el tiempo que hemos dedicado a algo material? ¿Ha volado por los aires? ¿Te vas a quedar con cara de panoli para siempre o podemos hacer algo? ¿Quizás Cambiar? ¿Qué nos queda?

Yo creo que tener tener, tenemos, nuestra propia persona en el momento presente, la familia cercana en el corazón, el aire que respiramos y la naturaleza que nos rodea. Nada más ni nada menos, o sea todo. Los proyectos materiales, el dinero, los casi-amigos y conocidos que van y vienen, las deudas, hacienda, etc. son coyunturales y pueden desaparecer de un plumazo. ¡Pero si nosotros estamos, lo tenemos todo!

La felicidad solo está en nosotros

En inglés ser y estar es lo mismo, to be. Creo que en España, que somos más rebeldes, lo diríamos al revés, estar y ser, son lo mismo y consecuencia uno de otro. Estoy sereno, soy tranquilo. Estoy disfrutando, soy feliz. Estoy riendo, soy ligero. Como cantarían en un conocido programa de radio «Facciamo finta che», Supongamos que ……. todo va bien.

Creo que esta pandemia y el aburrimiento en casa A o B nos lleva a pensar que la felicidad solo está en nosotros, sencillos y agradecidos con lo que tenemos. Y para que esto se prolongue más allá del des-confinamiento habrá que recordarlo porque todo lo olvidamos, como humanos que somos. Quizás una pequeña reflexión diaria o momento SIT. Palabra mágica que le digo a mi perro mientras me mira super atento para intentar adivinar qué quiero: «Atención Total a este momento» es único.

Algo habrá que cambiar. Sit, atención, ¡Cada uno lo suyo!


July Echevarría Núñez
Directora ANP Inmobiliaria