Conoce las historias reales de las personas que cambiaron su realidad y la de los suyos tras vender la nuda propiedad de su vivienda y ahora disfrutan de una existencia más confortable y una gran calidad de vida.
Francisco y Sara (Huelva)
Francisco y Sara son un matrimonio, ya jubilados, que construyeron hace mucho una casa de tres plantas para su negocio y para su vivienda. Tenían cinco hijos y vivían en el campo, les venía bien una buhardilla para secar productos de la huerta. Ha pasado el tiempo y en estos momentos toda la familia está bien situada, algunos viven fuera de España, y ellos necesitan dinero en efectivo. No les llega con sus pensiones ya que ella no cotizaba pero si trabajaba y muchísimo. Una paradoja que al día de hoy no se ha solucionado. Para vender primero tienen que segregar la vivienda y quedar ellos en un piso vendiendo legalmente el resto. Ha sido un tema complicado y largo en el tiempo pero al final se ha conseguido y ha aparecido un inversor que casualmente es lo que buscaba, un bajo para poner un negocio y vivir en el piso superior. A veces ocurren milagros, la oferta y la demanda se encuentran.
Herminia, 90 años (Málaga)
Herminia tiene 90 años, es una mujer viuda que vive sola y que ha criado a 5 hijos, cada uno ya independiente, con su propia familia y medio de vida. Herminia tiene una pequeña casa en el centro de Málaga y es feliz recibiendo vecinas y nietos. Últimamente las cosas se han complicado y necesita bastante ayuda. Anda con mucha dificultad y vive en un piso primero sin ascensor. Alguno de sus hijos opina que la solución sería llevarla a una residencia donde estaría bien atendida ya que ellos están muy dispersos. Ella dice que no se va de su casa “ni a tiros”. La respuesta le ha venido de la venta de la nuda propiedad, ella ha percibido un dinero que le permite tener una cuidadora en su casa y vivir como desea. Aunque a los hijos les vendría bien recibir en su día una herencia, creen que su madre lo necesita más y está en su perfecto derecho. La alegría de no perder su casa y tener un capital para sus cuidadoras, es de justicia. Ahora ya lo tiene y está muy feliz.
Juan, 83 años (Cádiz)
Juan tiene 83 años y muchas ganas de hacer cosas. Es viudo, sin hijos y vive solo en Cádiz pero tiene amigos en otras ciudades, como Córdoba y Huelva. Su mayor felicidad sería poder pasar unos días en casa de unos y de otros. Todos sus amigos son jubilados de salud parecida, podrían dar buenos paseos y contarse historias vividas, las mismas de siempre de cuando eran jovenes, todos de la misma pandilla. Tampoco se le dan mal los bailes y le gusta bailar, igual que a sus amigos, y cantar y recordar viejos temas. Cuando vendió la nuda propiedad de su vivienda, salió corriendo a pasar unos días a Huelva, sabendo que al volver, su casa estaría esperándole. No tener preocupaciones y poder cumplir sus sueños ha sido maravilloso. Y lo seguirá siendo mientras el cuerpo aguante que esperemos sea mucho.
Fernando, 75 años (Sevilla)
Fernando tiene 75 años, está en una edad donde el valor de su casa en venta de la nuda propiedad es más ajustado según demanda el mercado. Sin embargo, lo necesita. No puede comentar a nadie sus múltiles enfermedades que a simple vista no se perciben, pero que le van mermando el físico y el ánimo. Tiene tres hijos estupendos y le apoyan para que venda la casa y disfrute en vida del dinero que va a recbir. Ellos están perfectamente bien situados y lo que el padre les deje sería una cantidad bienvenida pero no necesitada. Él ha decidido libremente vender su casa y disfrutar todo lo que pueda gracias a este dinero que le va a llegar. Recibirá un caro tratamiento adecuado para su situación y verá el futuro de otro color, más claro o más oscuro, pero sin estrecheces y con dignidad.
Vicenta, 77 años (Jaén)
Vicenta vive en Jaén, solo tiene un hijo de más de 50 años y muchas dificultades para encontrar trabajo. Es viuda y cobra una pensión mínima que apenas le llega para ella pero hace el milagro de ayudar también al hijo. La venta de la Nuda Propiedad de su casa ha sido la bendita solución que le ha llegado a tiempo.
Por razones de respeto y por la Ley de protección de datos, tanto los nombres como las fotografías no corresponden a los auténticos protagonistas, aunque los casos sean reales.