Ser mayor no necesariamente es sentirse solo aunque se esté menos acompañado que en otras épocas.
La soledad es una situación que tiene muchas caras con significados distintos y aunque parezca increíble, a veces hay personas que se abandonan a ella como algo kármico, insuperable. Existe una soledad social cuando la persona apenas se relaciona con gente que puede coincidir con la edad anciana pero no tiene por qué. Incluso siendo mayor y con poca gente alrededor, uno puede no sentirse solo. La soledad invade a cualquier individuo cuando le falta alguna de estas tres cosas que curiosamente son gratuitas o casi. Cuando no se tiene; Alguien a quien amar, algo productivo o no que hacer, algún disfrute de tipo físico o espiritual, y todo envuelto en el celofán mágico de la ilusión, de la esperanza, uno se puede sentir solo tenga la edad que tenga además de frustrado, triste y malhumorado.
1.- “Alquien a quien amar” podría ser fácil de entender si pensamos en nuestra marido, hijos, familia, amigos, pareja, etc. Pero va más alla. Hay personas que ya no tienen nadie cercano con estos roles, y sin embargo, pueden tener “otro alguien” con quien compartir su amor humano, su oferta de dar su compañía o su escucha a cambio de muy poco o nada. Alquien a quien amar significa que tu espíritu reluce de satisfacción y alegría porque lo que estás dando te llena; cuidar a un animalito, saludar con cariño a otro ser humano que está necesitado y muchos ejemplos y etcéteras, cada uno de nosotros seguro que pondría uno distinto.
2.- “Algo productivo, o no, que hacer”. Podría pensarse que una persona jubilada o sin trabajo remunerado nunca completaría este punto imprescindible. Nada más erróneo. Algo productivo que hacer puede ser completamente gratuito y para solucionar algo sin repercusión trascendente. Hacer la comida para ti o para otros, investigar un plato nuevo, coser algo para terceros, arreglarte para que el mundo te vea bien, limpiar la jaula del pájaro y dejarle un espacio agradable, cuidar tus plantas preferidas y miles de cosas productivas aunque no remuneradas, sino productivas para el alma. Aprender algo nuevo parece propio de otras edades porque tendría la ilusión de la aplicación gratificada económicamente, pero no es cierto, aprender algo nos mantiene jóvenes con el cerebro a tope y con la ilusión de lo aprendido. Es bien bonito y gratificante.
3.- “Algún disfrute que disfrutar”. Siempre existe algo que nos gusta hacer o que nos gustaría haber hecho pero que no hemos tenido tiempo ni ocasión, o que sí hemos hecho pero pensamos (erróneamente) que a estas alturas ya no toca. Pues no es del todo cierto. Ahora es el momento de saber que es innegociable el tener algo que nos haga disfrutar, reir, sonreir, sentirnos bien. Pueden ser las cosas más variopintas pero que todos sabemos cuales nos sientan de maravilla, desde un paseo por la ciudad viendo escaparates y personas, o un paseo por el campo viendo el paisaje de siempre y disfrutando del sol, el aire, los árboles, etc., o ir al cine, al teatro, a la ópera, etc., variedad de cosas que muchas de ellas no tienen coste o cuestan my poco. Salir de cada es lo más barato qe hay y sin embargo es la primera recomendación, vete a dar una vuelta. Y habla con gente, conocida o no, es igual, el caso es comuncarse con los demás, te vas a sentir estupendamente. Y siempre con tendencia a la alegría, a la risa, incluso a bromear y vanalizar sobre diversas cuestiones que puedan parecer solemnes. El cerebro manda y si tú le metes pensamientos negativos de que no puedes o de que esto es una birria, eso es lo que te va a dar, corregido y aumentado. Prográmate para aceptar felizmente lo que tienes y sacarle el máximo partido.
Para cerrar el capítulo de “adiós a la soledad” que escribí en otro post enfocándome en los mayores, he añadido esta segunda parte que lo complementa ya que esta situación, la soledad, el aislamiento físico o mental, no tiene edad aunque es más visible cuando somos muy mayores. No sería justo ni completo centrarme solo en la soledad de los más expuestos a ello.
Y el colofón final lo pone las sabias palabras del emperador romano Marco Aurelio: “nuestra vida es lo que nuestros prensamientos hacen de ella”. Así que cuidemos nuestros pensamientos que es lo más valioso que tenemos. Lo que pensamos es pura magia, pueden convertir una vida vulgar y triste en otra llena de satisfacciones y alegrías. Todo depende del color del cristal ….. y si hubiera recetas para decidir ser feliz, diríamos que una de ellas podría ser el uso de la moderación, el equilibrio y la cooperación con los demás.
July Echevarría Núñez.